Editorial:
La importancia de congregarnos. 2da parte.
La importancia de congregarnos. 2da parte.
Salmo
122: 1: “Yo me alegre con los que
decían: A la casa del Señor iremos”. La semana pasada escribimos sobre la
necesidad de congregarnos y hablamos de los que se justifican de no hacerlo
porque ellos tenían sus reuniones en sus propias casas donde leían la Biblia,
oraban y hasta cantaban; enviaban ofrendas a las iglesias que ellos quisieran
hacerlo y así no corrían los peligros de tener que salir a la calle para ir a
un lugar determinado por la inseguridad.
Nos imaginamos que los hijos de estas personas realizaran sus estudios también
en sus casas y los padres tienen el trabajo o sus empresas en sus propias casas
y así se libran por completo de los peligros de la calle; si no es así, ¿Por
qué el único peligro del que se evitan es el de salir a congregarse, y los
demás peligros SI los enfrentan? La respuesta es una sola: no le dan
importancia a las cosas espirituales, lo de Dios es secundario o lo puedo
acomodar de acuerdo a mi comodidad o conveniencia, no importando que la palabra
de Dios ordene que: “no dejemos de congregarnos, como algunos tienen por
costumbre”. Como si nos dijera: hay una costumbre que algunos tienen NO SE
CONGREGAN, ustedes no imiten esa práctica porque es dañina. Eso sí, esas
personas siempre esperan que Dios siempre los oiga y que les de lo que pidan,
porque Dios siempre debe estar al servicio de ellos. O sea, en lugar de ellos
servir al Señor, es el Señor quien debe servirlos a ellos; en otras palabras,
estas personas invirtieron los papeles. El otro grupo que mencionamos son los
que ahora no se congregan porque ellos hacen sus “cultos” viendo los programas
de televisión; con el televisor oyen los mensajes, con el televisor oran y a
los predicadores de TV que no los pastorean, no los ven, ni los conocen ni
conocen sus nombres, ni los asisten en sus momentos de necesidad (enfermedades,
problemas familiares, no los bautizan, no los casan, no les presentan los hijos
al Señor, no los asisten a la hora de despedir un fallecido, no les ministran la Cena del Señor; no les dan
consejo cuando enfrentan un problema puntual, ni le atienden el teléfono en una
emergencia) y sin embargo, le entregan sus diezmos y ofrendas y le dan la honra
y le “obedecen”. Y creen que de esta manera le están agradando y cumpliendo con
el Señor. Pues, déjenos que les digamos, están muy equivocados; lo están
haciendo muy mal y se están haciendo un gran daño a sí mismos y a sus familias.
Está demostrado científicamente que nada, absolutamente nada puede sustituir el
contacto y calor personal, la relación cara a cara, persona a persona, el
abrazo, el apretón de manos, el saludo, el compartir el conversar con otros y
el escuchar en labios de otro nuestro propio nombre. Además es necesario que
estemos conscientes de que quien instituyo la Iglesia e inclusive la comparo
con un cuerpo, fue el mismo Cristo; y el mismo se identifico con ese cuerpo
revelándonos que EL era la cabeza del mismo. Así lo leemos en la Palabra: Efesios 1:22-23 - Efesios 4:11-16. Vemos que este cuerpo
debe permanecer bien unido, para que se ayuden los unos a los otros, para que
crezcan y se edifiquen en amor. NADA DE ESTO SE DISFRUTA O PRACTICA SI TE
AISLAS EN TU CASA O SI CAMBIAS LA CONGREGACION POR UN TELEVISOR. Recordamos
nuevamente el Salmo 133: 1 “Mirad cuan bueno y cuan delicioso es habitar los
hermanos juntos en armonía”. Sé parte de
un discipulado, completa los estudios de escuela de líderes y abre una casa de paz, para dar de lo que
recibiste y hacer la transición: Te bendeciré y serás de bendición. Si no
damos a otros que lo necesitan, no correrán ríos de agua viva sino que se
vuelven estanques, estanques de egoísmo, bendíceme a mí, dime que me amas a mí,
dame a mí, Nunca llegaremos a hacer lo que Dios nos mando a hacer si no estamos
disponibles para él. ¿Quién irá por nosotros? Dios no se queda con nada, todo
lo que has hecho por otros, Dios te lo va a devolver ciento por uno.
Somos el cuerpo de Cristo. ¿Ud. necesita saber qué es el cuerpo de Cristo? Ud.
es el cuerpo de Cristo. Cuando Ud. dice: “Ah… yo no quiero cargar con esto, que
lo haga la iglesia” recuerde e inclúyase ud.
mismo. Recuerde cuando diga “la iglesia” que no puede separar a la
iglesia de Ud., porque si Ud. no es parte de la iglesia Ud. no es de Cristo. Entonces, cuidado, cuando
ud. dice “es por eso que no me comprometo tanto con la iglesia… no me involucro
tanto en la iglesia, porque esta iglesia no funciona, porque aquí no pasa nada”
porque cuando Ud. dice “la iglesia” está hablado de Ud. Mismo. Porque la
iglesia no es el edificio, el edifico lo usamos para celebrar a Jesús. Pero la
iglesia, NOSOTROS SOMOS LA IGLESIA. Ahora entienda esto, somos la iglesia, pero
no tenemos todos las mismas funciones. Ahora si tenemos que hacer la
diferencia: hay algunos que son manos, otros son ojos, otros pies, dedos
gordos, oído, cabeza, rodilla, etc. Pero todos somos la iglesia. Cuando alguien
peca, quien es afectado eres tú y soy
yo, no digas “la iglesia” porque tu vas a ser afectado. Por eso cuando se trata
del cuerpo, cuando se trata de un hermano es parte de nuestro cuerpo. Dios
quiere traer orden a la iglesia, para que nosotros no nos pisemos los callos
los unos a los otros, es importante que entendamos y reconozcamos la función de
cada uno, el DON de cada uno. Que lo RECONOZCAMOS. Cuando no hay reconocimiento
del don, no se recibe los beneficios de ese don. La mayor parte de los profetas
que han venido a esta casa, han dicho que su don profético ha fluido mucho más que en
otros lugares; es porque les enseñamos a reconocer y a recibir de
otros dones. Necesitamos otros dones, profetas han profetizado el edificio
donde estamos, como profetas tenemos que reconocerlos y si los reconocemos
recibimos LA PROFECIA y lo creemos.
CREIMOS, y por eso lo tenemos; porque
actuamos en la palabra profética. Tenemos que reconocer que en cada nación en
cada ciudad, Dios tiene davides, el
problema es que siempre los saules quieren destruir a los davides. Mientras no
se reconozcan los davides de la ciudad, esos dones nunca van a hacer el efecto
en el cuerpo, no se van a poder manifestar los planes que Dios tiene para
nosotros. Porque el hecho de que Ud. Rechace la palabra, o la unción del que
predica, que es dada por Dios, Ud. detiene la bendición que Dios quiere darle a
través de esa persona. Ahora Ud. entiende porque hay ciudades o personas que no
reciben, no se reconocen a los davides y siempre los saules están hablando mal
de ellos, lo ves porque que la ciudad no
es bendecida. ¿Está recibiendo la enseñanza? ¿Lo recibe o lo rechaza? Somos el
cuerpo de Cristo, una revelación sencilla, simple, como líder de casa de paz,
como mentor, como ministro le va a cambiar la vida. ¿Ud. cree que el cuerpo de
Cristo en el mundo está completo si le falta Ud.? ¿Si le falta ese hermano que
a Ud. tanto le disgusta? Estará el cuerpo de Cristo completo sin ellos sin esos
jóvenes que le aturden con la música? Seria arrancarnos una mano, un dedo, no
está completo. Yo soy el cuerpo de Jesús, cada vez que atacan a un miembro no digas: deja que lo ataquen a
él. Cristo no lo dijo así, El dijo me hiere, me duele, es mi cuerpo. Cuando
Saulo perseguía a la iglesia, no le dijo Jesús: ¿porque los persigues a ellos?;
le dijo porque ME persigues. Entonces, cuando ves a tu hermano: lo condenas o
lo restauras? Si le duele a Jesús, te tiene que doler a ti. ¿Qué es el cuerpo?
Es el agente o instrumento de Jesús cuyo propósito es TOCAR el ámbito del espacio, del tiempo y de la
materia. El ámbito físico. Nosotros somos el cuerpo por el cual Jesucristo toca
todo lo que sea físico, materia, tiempo y espacio. La relación de Jesús y la
tierra la determina su cuerpo. ¿Quiénes de Uds. han visto a Jesús personalmente
predicando por las plazas, orando por los enfermos, visitando los hospitales? ¿Qué
cuerpo va a usar Jesús, que pies, que manos va a usar para sanar, para abrazar,
para amar, para consolar, para restaurar? LAS NUESTRAS. Por mucho tiempo hemos
tenido a Dios como nuestro mandadero y le decimos HAZ ESTO, HAZ LO OTRO, Y le
damos instrucciones a Dios: ve y sana, toca esto, toca mi familia, ve a la
cárcel, ve al hospital donde están los enfermos y sánalos; háblale a los
inconversos, toca la ciudad, ve a mi oficina, ve a mi casa. El Señor te dice:
no iré si no voy a través de tu cuerpo. Cristo en mí, a través de mí, para
bendecir a otros. Jesús en mí, la esperanza de gloria. En otras palabras, hemos
estado esperando, orando y orando, mandando a Jesús que haga lo que tenemos que
hacer nosotros. La biblia dice que Jesús vino a la tierra, hace dos mil años,
entrenó, enseñó y equipó a 12, a 70 y a 120 y ellos entrenaron y levantaron un
ejército. Tengo un nuevo cuerpo dice Jesús, formado por hombres y mujeres de todas las razas. Todos
los que han creído y le han recibido como Señor y Salvador. ¿Como Jesús se
relaciona con la tierra? A través del cuerpo, o sea, nosotros. Si nosotros estamos demasiado ocupados, para
estar disponibles cuando Dios nos necesita, déjame decirte que podemos retrasar
los planes de Dios para nuestra ciudad y eso nos llegara tarde o temprano a las
puertas de nuestra propia casa. Nosotros podemos retrasar las bendiciones de
Dios para nuestra ciudad por no estar disponibles cuando el Señor nos llama, y
el oído sensible a buscar lo que EL ama: las personas.
Oración del Código 1260: mi vida está bajo el pacto
de inmolación; por lo tanto, no me dejare engañar, cumpliré la palabra. Todo lo
que Dios dijo de mi, fluirá con poder y gloria. Velaré en el espíritu,
derrotaré al individualismo, reconoceré al resto del cuerpo de Cristo que
cumple cerca y lejos de mí, la visión y misión asignada por Dios, viviré todo
el día conectado a la luz de la revelación, estoy en perfecta unidad con mi
Dios. Yo amo lo que Dios ama.
Altar Familiar. LA FAMILIA ES LA PRIMERA EMPRESA. Génesis
1:26-28 / 1 Corintios 11:3 / Mateo 6:33. Tener una mentalidad
empresarial es tener una visión de
futuro y de expansión, pero cuando separamos la familia de los sueños,
ambiciones o proyectos, estamos estableciendo un orden incorrecto del valor
fundamental de la vida. Una empresa para mantenerse viva, necesita: Atención, Control, Amor, Dedicación,
Inversión, Entrega, Fidelidad; si no se cumplen estos requisitos básicos,
posiblemente la empresa muera en el tiempo. Todos esos principios los necesita
una familia para poder mantenerse viva en el tiempo; esto es más que envejecer
juntos en un mismo lugar, se trata más bien de extenderse y multiplicarse sin
extraviarse del plan original de Dios para la familia. Muchos hijos tuvieron el privilegio de nacer
en un ambiente de mentalidad empresarial, e incluso fueron formados dentro de
la actividad de una empresa, por lo tanto cuando se casaron, ya tenían
adelantadas muchas cosas, y lo más seguro es que continuarían dedicados a la
actividad empresarial para mantener la línea familiar y asegurar el futuro
económico de su familia. Por otro lado muchos comenzaron de cero, algunos desde
solteros, otros a partir de su casamiento, incluso, hombres o mujeres que fueron ayudados por su
pareja para terminar sus estudios; esto les permitiría seguramente luchar
juntos por alcanzar sus sueños y anhelos, “alcanzar el éxito”. El gran dilema
hoy es que en el tiempo, la mentalidad de progreso, el afán por tener cada vez más, la necesidad de cubrir las expectativas de
los hijos, la evolución tecnológica, las demandas de trabajo, etc., ha venido
creando una competencia entre la empresa comercial o industrial y la empresa
llamada familia. Por ejemplo, ¿Cuánto se
le dedica al trabajo o a la actividad comercial, y cuanto tiempo de calidad
tenemos con la familia (Hijos y conyugues)? No se puede ser exitoso en la vida queriendo tener una gran
empresa, a costa del sacrificio de una familia.
ORDEN DE PRIORIDAD. Debemos reconocer
que Dios es el dueño de todo. “No es con
ejercito ni con fuerza, sino con su espíritu” que haremos las cosas bien y
lograremos el verdadero éxito. La familia fue creada por Dios y si bien él hizo
primero la tierra y sus recursos (empresa) se la entregó a una familia, para
que la trabajara; por lo tanto, la familia es el agente principal para llevar
adelante una gran empresa; si la familia está bien la empresa estará bien,
pero si la empresa está bien y la familia no lo está, a la larga se
desvanecerá. La empresa llamada Edén, se le acabó a la familia Adámica, porque
no edificaron bien; el Edén se mantuvo vigente, porque quien lo creo no fue el
hombre sino Dios, por eso el hombre tuvo que salir. Así suceden las cosas
cuando no se edifica con Dios. La
familia es y debe ser una empresa consagrada a Dios; cuando Cristo no gobierna
el hogar, existe un orden bajo los instintos humanos, esto hace que hagamos las
cosas de acuerdo al punto de vista personal y no al plan original de Dios. Todo
hombre, toda mujer y todo hijo, requieren
tener un lugar de prioridad en su familia y no desean ser desplazados por cosas
que al final de cuentas son lo que decía Salomón: vanidad y aflicción de
espíritu.