ALTAR FAMILIAR. LA SUJECIÓN ES UNA HERRAMIENTA DE PODER
Volvamos a la
intimidad. Por Miriam Romero.
Muchas
veces nos preguntamos: ¿por qué no avanzamos en nuestros proyectos o en
nuestros sueños? ¿Por qué nuestros hijos se alejan y son rebeldes? ¿Por qué se
levanto un muro de incomunicación en nuestro matrimonio?
Llego el
tiempo de vencer.
Seguramente
algunos de los que leen estas líneas, afirmaran que escucharon tantas
predicaciones en sus vidas que o hay nada nuevo para mostrar. Sin embargo, y lo
digo con la autoridad que me dan los años de vida (los mismos años que tengo
como hija de Dios), que solo en los primeros tiempos de mi vida con Jesús pude
vivir tiempos de tanta gloria como estos.
¿Cuál
es la diferencia con los años intermedios? La impartición apostólica, el poder
recibido para cumplir la misión, esa unción de revelación que agita las aguas
que no se van a aquietar nunca más.
Años
y años de servicio y preparación no pudieron traer la gloria de Dios que
anhelábamos. Solo con buscar su Presencia en una genuina intimidad, hará que se
manifieste esa gracia y poder, para que podamos engendrar con madurez a la
gente de gobierno que esperamos dar a luz en estos tiempos.
Hoy podemos
recibir lo grande de Dios.
¿Cuántas
veces deseamos servir a Dios en un marco con estas características? ¿Cuántas
veces lo soñamos? Hoy está disponible, podemos soltar la unción que cargamos
para recibir lo grande de Dios para nuestras vidas y la nación. Estamos
llamados a abrazar la visión de Dios para nuestros días y desatarla para que
produzca y se multiplique abundantemente.
Muchas
palabras que recibimos no se concretaron, no se manifestaron palpablemente o se frustraron, porque nos acostumbramos al ritual
evangélico. Cuando la Presencia de Dios nos visitaba, nos cubría y nos
prosperaba, empalidecía por nuestra religiosidad porque nos desenfocábamos.
Nos
olvidamos del lugar del encuentro, negociando la intimidad con Dios y la
Palabra de revelación, para sustituirla por el consejo de un amigo, un
entretenimiento que nos haga olvidar o
de una manera trágica, asistiendo a una
sesión con el analista. Con esto no quiero decir que los profesionales de la
salud mental no sean necesarios en determinados casos, pero sin duda no pueden
ni deben reemplazar la Palabra directa del Padre a nuestro espíritu para
traernos guía y salud.
Por
años nos preguntamos: ¿Por qué no
avanzamos en nuestros proyectos en la medida de nuestras expectativas? ¿Por qué
nuestros hijos se alejaron, son rebeldes o distantes? ¿Por qué se levanto un
muro de incomunicación en nuestro matrimonio si somos creyentes y estas cosas
no deberían pasarnos?
Volvamos al
lugar secreto.
La
respuesta es sencilla: Abandonamos el primer amor. Hay un lugar secreto que no
visitamos hace tiempo y esto nos lleva a tener demasiada teología o teorías y
muy poca presencia real de Dios en medio nuestro. Lo maravillosos del amor de
Dios es que estamos a tiempo de cambiar esta realidad. Job 22:21 nos invita a
volver a desarrollar una relación de amistad con El. ¡Qué impresionante que un
Dios Omnipotente y Soberano quiera ser nuestro amigo! Su amigo y mi amigo.
En
ocasiones interpretamos esa mistad como la paz interior que viene por estar
libre de cometer pecados groseros. Creímos con ligereza que por no pecar
escandalosamente, manteníamos una relación de amistad con Dios. Nos engañábamos
administrándole un calmante a nuestras conciencias.
Pero
hoy es tiempo de despertarnos, sin esperar que un ángel descienda para hacernos
entender. Ya se soltó la palabra profética. Si volvemos a la relación cercana
con el Señor, a la intimidad, el apego,
la devoción, el cariño, el amor y todos los sinónimos que encarna la palabra
amistad, seremos la gente que Dios podrá usar en este tiempo para provocar la
mayor multiplicación jamás vista en nuestras ciudades y naciones. Dios solo
necesita que cada uno de nosotros esté dispuesto y sea disponible.
No alcanza con
ser bueno.
No
alcanza con ser digno, ser bueno u obedecer algunos estatutos que consideramos
relevantes. ¡No es suficiente! Hay que ordenar todo el camino y alinearlo
con la visión de Dios. La
obediencia parcial implica desobediencia. El “más o menos” no nos llevara a
alcanzar la meta trazada, en nuestra vida familiar, en nuestro llamado: “vivir
a medias, mitad si, mitad no, no sé si comprometerme con mi llamado”; es vivir
en mediocridad y tibieza.
Por
eso debemos volver a la intimidad. Es hora de estar en el lugar del primer amor
con nuestro Dios, en el sitio donde nos abrazara y nos contara sus planes para
nuestras vidas. Planes de paz y de bien, no de mal. Planes con los que tal vez
soñamos alguna vez, pero abortamos en el desierto de la religiosidad. La
consigna de esta hora es clave: “Volvamos
al lugar de intimidad, hoy es el día” (Miriam Romero es ingeniera electromecánica y profesora
universitaria. Integra la Comisión Técnica Aduanera del Mercosur. Coordina
encuentros de espiritualidad para empresarios y pertenece a la Iglesia CCRN Centro Cristiano Rey de las Naciones, que
lidera el apóstol Osvaldo Prats en la ciudad de Morón, Buenos Aires. Argentina)
ALTAR FAMILIAR. LA
SUJECIÓN ES UNA HERRAMIENTA DE PODER
Fil 2:5-11/Ef. 5.21-287 /Ef. 6:1-9
El mayor, el más
poderoso y perfecto ejemplo de sujeción, lo tenemos en Cristo. En
1 de Corintios 11 y en los pasajes que
leímos de Efesios, se habla de la cabeza. Todo cuerpo necesita de una cabeza
para poder movilizarse y funcionar, porque en la cabeza está el cerebro, de
donde parten todas las informaciones para el cuerpo; si no hay cabeza el cuerpo
está incompleto y no tiene vida; y si la cabeza no tiene sus comandos en estado
perfecto de funcionamiento, el cuerpo queda sin control. Note lo siguiente, que
la cabeza está sujeta al cuerpo, pero el cuerpo se somete a la información de
la cabeza, eso implica que hay una sujeción mutua; pero cuando se pierde este
orden, comienzan a aparecer los síntomas de descomposición y descontrol.
¿A QUÉ Y A QUIÉN NOS
DEBEMOS SUJETAR? Podemos observar que
existe una lucha perenne en las familias, empresas, congregaciones, sociedad,
etc., en cuanto a la autoridad y la obediencia, al respeto y la sujeción; en
los hogares encontramos maridos que no respetan a sus esposas, mujeres que no
se sujetan a sus maridos, hijos que se rebelan contra sus padres, padres que
maltratan fuertemente a sus hijos, empleados que compiten con sus superiores,
jefes que emplean la humillación y el rigor sobre sus subalternos, líderes que
sutil o descaradamente manipulan a sus discípulos queriéndoles controlar la
vida y discípulos que se levantan contra sus líderes.
La palabra de Dios
nos enseña de manera clara y revelacional, qué y cómo debemos hacer para
sujetarnos a otros y tener autoridad sobre otros:
·
Ninguna casa o edificio se sostiene si
no tiene un fundamento o bases sólidas.
·
La iglesia no se mantendría de pie si
no tuviese un CRISTO (cabeza, fundamento)
·
La mujer ve vulnerada su autoestima si
quien debe proveer en las distintas etapas de su vida no asume ese compromiso,
con solidez, amor y garantía: los padres, la familia, los noviazgos fuera del
diseño de Dios (cabeza). Esto la hace particularmente susceptible a filosofías
feministas y abortistas como un derecho de reivindicación para ellas: enseñando
la rebelión como algo bueno y necesario para la supervivencia; y mostrando las enseñanzas
bíblicas como antiguas y machistas.
·
Los hijos no tendrían una dirección
clara en la vida, si no cuentan con el soporte de unos padres dignos de respeto
y confianza.
·
Para ejercer autoridad sobre
otros, tienes que sujetarte a quien es
hoy tu autoridad, a tus pastores y a la visión
que Dios le ha revelado a ellos.
SUJECIÓN VIENE POR
AMOR Y OBEDIENCIA.
Cuando
el amor es derramado, es posible la sujeción. Leamos Juan 5:19-20. La sujeción produce unidad, se trata de un mismo
espíritu, de una fusión de vidas. En este plano la obediencia no se discute; y
cuando esto ocurre hay mayor autoridad.
¿Un
hombre tomador, que continuamente llegue a su casa borracho, peleando u
ofendiendo, tendrá autoridad en su casa? puede ser que mande, pero la imagen de autoridad se desintegra a
los ojos de su esposa y sus hijos. Igual ocurre con un hombre o mujer que le es infiel a su cónyuge, también le es
infiel a sus hijos.
LA SUJECIÓN VIENE POR
LA AUTORIDAD
Si
Cristo fue obediente hasta la muerte y muerte de cruz, y luego Dios lo exaltó,
es porque el Padre amó al hijo y le mostró todas las cosas que debía saber, es
decir, lo honró. No es justo exigir
sujeción a otros si nosotros no nos sujetamos. Por allí dicen: Respeta para que te
respeten. Pablo dice: Someteos unos a
otros en el temor de Dios.